EN LA INTIMIDAD DE LA ESPÁTULA COMÚN

Se despierta la marisma con el vocingleo y aleteo de cada mañana. Los rayos de sol empiezan a calentar el alcornoque 108 devolviendo a la vida la colonia que alberga desde el siglo XVII. Un vehículo se acerca desde el Palacio de Doñana y para unos metros antes de llegar al mismo. Saliendo una sombra humana que se encarama a través de la telaraña de hierros de la torre del improvisado “hide” para llegar hasta las ramas más altas.

Su idea es estar allí hasta las dos de la tarde como cada mañana disfrutando de su familia de espátulas. El médico le había recomendado frenar su actividad laboral y el estudio de estas damas blancas le hacía olvidar por un tiempo la actividad frenética a la que estaba sometido.

Al sacar los prismáticos por la tronera la colonia le recibía con bufidos y alas entreabiertas. Los trompeteos y sonidos nasales hacían el resto para delatar su presencia. Estas señales le hacían retroceder y apretar la lona del lado contrario contra alguno de los nidos. Lo que tenía una réplica muy eficaz en forma de picotazos.

Espatulas en el Odiel

Espatulas en el Odiel

Poco a poco la colonia lo acepto como a un voyeur para descubrirle todo su entramado y secretos. Las horas en la casamata le permitieron hacer un estudio de la variabilidad de colorido del curioso pico de estas aves. Tras horas de observaciones, notas y dibujos llegó a la conclusión que el mundo de las espátulas se divide en: terrenos de caza (lucios marismeños), reposaderos (donde se bañan y beben), palilleros (charcas en las que cogen palitos para el nido) y la colonia.

Como en un bloque de vecinos en el alcornoque reinaba la convivencia. Al mirar por los prismáticos lo primero que veía era las ramas más altas. En ellas se encuentran los nidos ocupados por machos inmaduros que estaban en aprendizaje en esto de ser espátulas. Eran como pandilleros que revolucionaban la calma de la colonia. Durante gran parte del día se dedicaban a robar palos de los nidos ajenos, a pelear entre ellos o a intentar conseguir una hembra. Lo que diferencia a estos individuos de los adultos es su pico más bien rosado y las puntas de las alas negras.

Más abajo, en las ramas medias se encuentran los nidos de cría. Ocupados por parejas de adultos. Que se distinguen por sus plumas de destellos amarillentos en su abundante cresta y en el panel de la base del cuello. Siendo el periodo de nidificación de abril a julio en el que destaca mas esta característica. En los primeros días la pareja no deja el nido ni con la lluvia. De tal manera que vuelven la cabeza y meten el pico entre las plumas de la espalda y aguantan estoicamente el agua.

Al girar los prismáticos pudo ver como eso del robo de material del nido no es solo típico de los subadultos. Ya que una pareja aprovechaba un despiste de su vecino para redecorar su nido con los palitos del otro. Dos nidos más allá una pareja se lanzaban caricias mutuas con el pico a la base del cuello. Tras estos arrumacos el macho dio varias vueltas alrededor del nido y acarició a la hembra. Al fin todo concluyó con la monta y un consentido despliegue de crestas. Acababa de ver en directo la ceremonia nupcial al completo.

Espátula común en vuelo

Espátula común en vuelo

Mientras, en un nido más cercano, el macho llegaba para dar relevo a la hembra. La pareja estallo en gritos y un continuo el despliegue de crestas para realizar el cambio de guardia. Al prospectar todos los nidos pudo comprobar que las pequeñas bolas de plumón blanco que eran los pollos mostraban primero un pico corto que se tornaba de un naranja amarillento según crecían. Otros pollos más desarrollados hacían equilibrios al final de una rama esperando las calorías que les aportarían en breve sus padres desde la marisma. Con tanto balanceo uno de estos se precipito sobre el nido de abajo. Los vecinos le propinaron un gran castigo de picotazos en las patas y cerca de los ojos hasta que este pudo volver a su domicilio.

Tras un vistazo alrededor del alcorque pudo ver a unos metros a varios ejemplares con el pico sumergido hasta la mitad. Que a media pierna avanzaban vadeando el agua moviendo los picos de derecha a izquierda. El vaivén debió espantar alguna presa porque rápidamente una de las espátulas metió todo el pico y lo siguió con rapidez. A cada quiebro del mismo el ave rectificaba con giros para el lado contrario hasta que pudo hacerse con el pez.

Le extrañó como podía haber detectado el premio en esas aguas tan turbias. Pero parece ser que en ese pico aplanado de forma inconfundible se esconden unas células nerviosas que detectan cualquier vibración del agua producida por el movimiento. Por encima de la escena pasaron varios ejemplares planeando en hilera con las alas y cuello extendidos mostrando con orgullo los picos que las ponen nombre. Era más que suficiente para llenar el blog de notas y el carrete de la cámara. Bajo lentamente por la estructura de hierro y llego hasta el coche para encaminarse hasta el palacio.

Durante aquel mes de mayo de 1958 las notas, los dibujos y las fotografías fueron llenando varias carpetas. El estudio arriba resumido quedo incompleto porque el doctor José Antonio Valverde, fundador de la Estación Biológica de Doñana y del entonces futuro Parque Nacional, se tuvo que incorporar al trabajo. Años más tarde la bióloga belga Claudine de le Court le dio continuidad estudiando individuos de las Marismas del Odiel en Huelva, trabajo que todavía desarrolla en la actualidad.

Algo parecido a lo vivido por Valverde, salvando las distancias, se puede disfrutar hoy en día desde las cristaleras del centro de visitantes que lleva su nombre en el norte del Parque Nacional. En Aznalcázar (Sevilla) se encuentra este punto de información con paredes acristaladas que lo convierten en un observatorio privilegiado de las pajareras que se encuentran en los alcornoques de ese lucio de agua.

Pareja de espátulas en las  marismas del Odiel

Pareja de espátulas en las marismas del Odiel

A lo lejos las podemos confundir con garcetas y garcillas. Pero si la examinamos más de cerca su pico aplanado característico que normalmente suele ladear cuando la miramos de frente la delata. El grueso europeo de esta especie se estima en 6000 a 10.000 parejas repartidas en dos poblaciones: la de Europa Central y la del Atlántico oriental (Países Bajos, Dinamarca, Francia, España y Portugal).

Tiene preferencia por las aguas costeras y cría en colonias que a menudo comparte con garzas y garcetas en pinos y alcornoques de gran tamaño. Aunque a veces elige el suelo o arbustos de poco porte para depositar la puesta en áreas inaccesibles o de poca presión humana.

En España los ejemplares que crían se encuentran sobre todo en el Parque Nacional de Doñana, en el Paraje Natural de las Marismas del Odiel y en la bahía de Cádiz sobre todo. Estas colonias muestran una clara tendencia positiva en los últimos años a excepción de las épocas de sequía por la lógica falta de alimento.

La principal área de invernada se sitúa en Mauritania y Senegal. Pero hay un importante contingente, procedente en su gran mayoría de Holanda, que pasa el invierno en España como alternativa al largo viaje hasta África. Aunque también llegan a la península Ibérica en menor medida ejemplares de las colonias francesas y alemanas. Siendo esta invernada más multitudinaria en O Grove, Santoña, Delta del Ebro, Marismas del Guadalquivir y del Odiel y Bahía de Cádiz. Además de pequeños núcleos en Extremadura. Ni que decir tiene que sobre todo en los inviernos de grandes precipitaciones las espátulas prefieren los destinos andaluces.

En España dos asociaciones se encargan de recoger las citas de estos movimientos migratorios. En el norte GRUSEC constituye el grupo de seguimiento de esta ave en Santander y en el sur la Sociedad Gaditana de Historia Natural con su proyecto Limes Platea vigila con patrullas los movimientos de las mismas en Cádiz. Esta entidad descubrió en verano del 2012 el corredor migratorio Playa de la Barrosa-Cabo Roche donde se han llegado a contabilizar más de 15.000 aves en tránsito. Lo que supone más del 90% de la población de Europa Occidental de la especie.

En Holanda recogen estos datos de citas la Nederlands Ornitologische Unie (NOU) y Dutch Birding (DBA). Cualquiera de estas cuatro entidades aceptaran de buen grado los avistamientos que enviemos de esta especie y recogen las lecturas de sus anillas para realizar estudios posteriores sobre sus desplazamientos.

En las colonias del norte de Europa son muy sensibles a las alteraciones que produce el hombre durante la época de cría y sus mayores amenazas vienen del drenaje de los humedales y de la contaminación de los mismos por los pesticidas.

En España las colonias de Doñana, bahía de Cádiz e Isla Cristina se resienten por las molestias humanas y por los ataques por perros asilvestrados de los nidos situados en el suelo. Mientras que en las Marismas del Odiel las mareas vivas provocan la mayor pérdida de nidadas y pollos. Aunque es de recibo citar los planes de conservación llevados a cabo en marismas del Odiel y Doñana. Pedimos desde estas líneas mayor protección y vigilancia para las colonias así como un estudio sobre el impacto de cada una de las mismas. Así como la colaboración de los propietarios de las zonas de alimentación. Siendo además beneficioso medidas que fijen y asienten las colonias de Extremadura y Cantabria. Solo de esta forma podremos seguir disfrutando de esta belleza de pico singular y sus costumbres como en las líneas que encabezan este texto.

También te puede gustar...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *