PARAJE NATURAL DE LAS MARISMAS DEL ODIEL

En el suroeste de Andalucía al comienzo de la tarde el termómetro empezó a darnos un pequeño respiro en plena ola de calor veraniego. El sutil olor a salitre que desprende la salina al contactar con nuestra pituitaria disparaba nuestra imaginación con las posibilidades de los avistamientos que en breve nos revelarían la marisma, los esteros, los llanos, el dique y la propia salina. Mientras sobre nuestras cabezas un pequeño grupo de flamencos atravesaba el aire hasta arribar cerca de los enormes montones blancos de sal que se extraen de la explotación.

Flamencos

Flamencos sobrevolando las marismas del Odiel

Entramos en el recinto del centro de interpretación inexplicablemente cerrado a estas horas. Nos sorprende el sobrenombre local que tiene de «La Calatilla» que se debe a su cercanía al canal del mismo nombre. Pero el centro que dispone de una arquitectura austera pero útil además de albergar una estación ornitológica lleva el nombre oficial de Anastasio Senra. Este naturalista onubense defendió la protección de estas marismas hasta su repentino fallecimiento. El aparcamiento se encuentra salpicado de palmeras y pequeña vegetación con unas vistas excepcionales a la bahía de Huelva.

Nuestro guía y gran conocedor del paraje Manu Mojarro, verdadero motor de Spoon Trips que se dedica a revelar los mejores enclaves naturales del suroeste andaluz, nos invita a subir a la furgoneta. Sin salir del recinto, el vehículo es enfilado hacia la ciudad de Huelva. Desde el improvisado balcón a la capital nuestro cicerone nos cuenta que recientemente en una excavación realizada en uno de los promontorios de la ciudad, llamados por estas tierras cabezos, descubrieron unos pequeños ídolos con forma de búho. Eso demuestra que los ancestros que poblaron estas elevaciones frente al paraje natural reflejaron en las pequeñas piezas calizas del tercer milenio A.C. lo que evocaban esos atardeceres llenos de aves en sus primitivas mentes. En esos momentos dos golondrinas dáuricas dieron al traste con las reflexiones sobre nuestros antepasados. Con este preludio la tarde se ponía interesante en cuanto a avistamientos y salimos del recinto siguiendo la carretera que atravesando este paraje nos lleva hasta el dique de contención para robarle varios metros al mar.

Marismas del rio Odiel

Espátula junto a un grupo de limícolas

Paramos en el margen derecho de la carretera para bajar y contemplar una de las joyas aladas que con suerte se pueden encontrar en este paisaje. A lo lejos una plataforma de madera con aspecto rústico sostenía el futuro del águila pescadora en este enclave natural. La atalaya que recordaba más a un ingenio militar romano que a un nido artificial de una de las cinco parejas de pescadoras que moran aquí. Los dos ejemplares cuidaban celosamente de su polluelo.

Atalaya donde se ubica el nido del águila pescadora

Atalaya donde se ubica el nido de una de las parejas de águila pescadora del Odiel

Uno de los miembros se encontraba custodiando desde un saliente de la construcción, el otro apostado en el nido decidió salir ante nuestra atónita mirada a dar un pequeño vuelo de reconocimiento para acabar de nuevo en el nido tras un breve saludo al pollo recubierto de blanco plumón. Sobrecoge saber que somos unos afortunados al disfrutar de estas imágenes y que hemos tenido que esperar en España casi treinta años para poder disfrutar de la nidificación de esta impresionante rapaz.

Nido de águila pescadora

Nido de águila pescadora con sus tres inquilinos

Fue en el año 2009 cuando tras un estudiado y concienzudo proyecto de reintroducción con ejemplares escoceses, finlandeses y alemanes se consumó el nacimiento de nuevos pollos. Las pescadoras han encontrado en este enclave verde el lugar ideal para poder desarrollar su actividad diaria. El espacio natural se encuentra totalmente adaptado a sus necesidades, ya que además de contar con su sustento preferido y de tener unas torres donde nidificar, por doquier aparecen atalayas improvisadas en forma de postes, balizas o troncos que para un foráneo no tendrían ningún sentido ni beneficio.

De vuelta a la carretera antes de cruzar por el impresionante puente elevadizo destaca a lo lejos el enorme monumento a la fe descubridora. La enorme figura evoca y nos transporta al viernes 3 de agosto de 1492 cuando partieron las carabelas de Colon de la Isla de Saltés atravesando estas aguas.

Monumento a la Fe Descubridora

Monumento a la Fe Descubridora

Para devolvernos a la realidad un macho de aguilucho cenizo se cruzó la carretera en bajo vuelo y desapareció entre la maleza. Tras pasar el puente nos encontramos con los lugareños que se acercan para disfrutar de la playa de nueva formación que se ha ido creando a lo largo del dique de contención. Ya en el mar los buques de transporte de gas o fuel se acercaban a las bollas que desde el agua reciben la carga. Continuamos por la carretera y Manu paró el vehículo para enseñarnos a mano izquierda encima de un gran talud de tierra un ejemplar de canastera común. La belleza de esta ave que parece estar pintada a carboncillo y pastel era solo el preludio de lo que nos esperaba tras la escalada a la cima del talud.

Canastera común (Glareola pratincola)

Canastera común (Glareola pratincola)

Ante nosotros la colonia más grande de charrancito de España con unas 1200 parejas estaba en plena ebullición. Precisamente por esto la zona ha sido catalogada como IBA marina (Zona de especial Importancia para las Aves Marinas). El ajetreo era máximo, los ejemplares se afanaban en empollar los huevos, custodiar los nidos y sobrevolarlos con el pico lleno de pececillos recién pescados. Pero la nueva playa artificial formada con los vertidos del dragado de la ría del Odiel nos deparaba más sorpresas.

Charran común (Sterna hirundo)

Charran común (Sterna hirundo) anidando directamente sobre el suelo

Además de canasteras, charrancitos y charranes varias gaviotas de Audouín se apretaban entre ellas como asustadas por tanto bullicio. Tras volver por el sentido contrario de la carretera hicimos una parada en un estero para disfrutar de la actividad de los limícolas más representativos de este entorno. Destacan las agujas colinegras, los correlimos comunes, los chorlitejos grandes y patinegros, los zarapitos reales y trinadores y las espátulas. Estas últimas usan este enclave como importante lugar de invernada además de nidificación. Con lo que se puede disfrutar de ellas todo el año.

La visita siguió su curso para adentrarnos en la zona restringida de la salina y descubrir la última sorpresa que nos esperaba. Desde 2009 unos 7000 flamencos rosas se afanan en la crianza de sus pollos. Esto unido a que otros pocos miles de ejemplares llegan hasta aquí para alimentarse genera un espectáculo difícil de olvidar. La sucesión de alas rojizas, los ejemplares en vuelo, los despegues y aterrizajes en el agua salada se suman al constante trompeteo nasal de la colonia que nos sume en un relajamiento casi tántrico. Impresiona la guardería que forman los adultos rodeando a los aproximadamente 3500 pollos que nacen con la categoría de onubense cada año. Cabe decir que el año pasado criaron 2500 parejas y el año anterior unas 900.

En un momento Manu bajó del vehículo y recogió un poco del contenido del agua de la salina. En la pequeña botella de agua apareció ante nuestros ojos un pequeño acuario que revelaba el secreto y alimento de los flamencos. La artemia salina es sin duda el verdadero motor de este ecosistema además de ser la responsable del color rosado de sus habitantes más conocidos. Las pequeñas artemias se movían nerviosas por el recipiente de plástico de arriba abajo esperando una liberación que ocurriría tras la explicación conveniente.

Flamenco común (Phoenicopterus roseus)

Grupo de flamencos «caminando» sobre las aguas al atardecer

Las salinas van engullendo al sol poco a poco en un abanico de rojos y ocres mientras los flamencos se arremolinan dispuestos a pasar la noche. Cae la tarde con los últimos rayos que producen una disminución del trompeteo rítmico de la colonia que con sus cuerpos en rojo hacen pensar sobre la evolución de su nombre del latín flama.

La imagen de ver como retuercen sus cuellos hacia atrás para introducir sus cabezas entre las plumas y doblar una de sus patas para quedar en equilibrio sobre la otra nos evoca el baile que lleva su mismo nombre. Sin duda los elegantes movimientos del cuello como a cámara lenta y la chulería de soportar el peso de su cuerpo sobre una única pata nos transporta al embrujo y el duende del baile típico de estas tierras.

Atardecer Odiel

Atardecer en las marismas del Odiel

Sin tiempo para más nuestro guía enfiló la furgoneta por caminos polvorientos entre pinares y dunas con la posibilidad de ver algún mamífero. Pero no tuvimos más suerte, solo un pequeño lebrato cruzó el camino y quedó petrificado al ser enfocado por los faros del vehículo. Tras el rodeo por tierra firme volvimos a atravesar la salina para llegar a la carretera frente al centro de interpretación. Sin duda una interesante jornada de campo avistando las joyas aladas que se encuentran en esta amalgama de ecosistemas que desde el aíre parecen fractales de vida.

Desde estas últimas líneas vaya nuestro agradecimiento para Manu Mojarro autentico poseedor de todos los secretos que se esconden en los intrincados ecosistemas de este paraje. Gracias amigo, sin tu ayuda la realización de este post no hubiera sido posible. Esperamos volver al Odiel en breve.

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