HOCES DEL DURATÓN: BUITRES DENTRO DE UN LIENZO

El Parque Natural de las Hoces del Río Duratón se encuentra al este de la provincia de Segovia. A lo largo de 27 km el río Duratón realiza una herida en la roca caliza superando en algunas zonas los cien metros de profundidad. Este espacio de más de 5.000 ha. fue declarado Parque Natural en 1989, es zona ZEPA y está incluido en la Red Natura 2000. El parque destaca por albergar una de las mayores colonias reproductoras de buitre leonado con nada menos que unas 500 parejas.

La época más recomendable para visitar las Hoces del Duratón es a principios de invierno. En ella los buitres leonados dedican más tiempo a volar. Debido a la gran afluencia de visitantes los buitres se han acostumbrado a la presencia humana y pudimos constatar que los ejemplares de buitre leonado planean realmente a baja altura sin asustarse de los excursionistas. Pero nuestro plan incluía ver al alimoche también. El buitre blanco llega al parque a mediados de marzo y lo abandona a mediados de septiembre. En nuestra visita tuvimos suerte y pudimos ver un polluelo de alimoche en el nido.

Iglesia de San Frutos Pajarero - Hoces del Río Duratón

Iglesia de San Frutos Pajarero – Hoces del Río Duratón

Para recorrer el parque hay dos itinerarios a pie. El primero sale de Sepúlveda y para realizarlo, entre los meses de enero y julio, es necesario un permiso del Centro de Interpretación ya que se transita muy cerca de las buitreras. Si no existiera esta limitación, los buitres podrían abandonar la puesta debido al estrés.

El que elegimos nosotros no necesita permiso previo y sale de la iglesia de Villaseca. La pista de tierra puede recorrerse en vehículo y en solo 5 km termina en un aparcamiento ideal para ver alaúdidos como la alondra de Dupont, la cogujada montesina y el bisbita campestre. También es buen sitio para ver la collalba rubia. El camino que parte del aparcamiento discurre en suave bajada hasta el puente que llega a la ermita de San Frutos Pajarero. Lo cual explicaría la cantidad de aves que encontramos por el camino. Los vuelos de los buitres aprovechando las térmicas son tan rasantes que los foráneos se agachan al verlos.

Buitre leonado - Hoces del Duratón

Buitre leonado – Hoces del Duratón

Las vistas desde la ermita son inigualables. De una plasticidad fotográfica impresionante. Los ocres, los rojizos y los verdes se entremezclan en una amalgama única y de especial belleza. Contrastando con el azul del agua. Aquí el río realiza una U que deja un cañón repleto de repisas, solapas y oquedades que hacen las delicias de las aves rupícolas. En la zona de la ermita, dicen que de origen templario, se pueden avistar todo tipo de córvidos. Destacando las ruidosas grajillas y las chovas piquirrojas. Estas últimas juegan con el viento haciendo piruetas que las devuelven al paredón del cañón.

Debemos hacer un alto en el camino y, siempre que la ermita se encuentre abierta, realizar el paso esotérico que se puede hacer a gatas por debajo del altar del Santo tras unas trampillas. Al salir merece la pena mirar hacia los cortados de la derecha donde se reúnen al atardecer decenas de ejemplares de buitres leonados. Es en estos donde también podemos ver al roquero solitario. Que tiene la costumbre de posarse en los salientes rocosos y anida en las grietas de la pared caliza. Entre ellas también se pueden ver, con mayor dificultad al halcón peregrino y al búho real.

Buitre leonado

Buitre leonado – Río Duratón

Para los que se han quedado con ganas, el camino prosigue aguas abajo hasta las ruinas del Monasterio de la Hoz. Para los más intrépidos el camino se puede realizara a caballo o, desde otra perspectiva, viendo el cañón desde abajo realizando un cómodo paseo en piragua. Utilizando este medio nos será más fácil ver al mirlo acuático o al martín pescador. Sin duda nos encontramos ante un santuario para el buitre leonado y otras aves rupícolas. El recuerdo de la belleza del paisaje nos anima a volver. En breve regresaremos para recorrer de nuevo estos caminos.

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