EL HALCÓN PEREGRINO CONQUISTA LA CIUDAD

El halcón peregrino es el ave más rápida del mundo. Puede alcanzar más de 300 km/h cuando se abalanza sobre su presa. El método que utiliza para la captura y caza de sus víctimas consiste en posarse sobre acantilados o edificios para realizar su característica emboscada aérea. Sus alas y cola cortas, mucho más que las de los halcones borní o sacre, se flexionan un poco hacia adelante y se mantienen algo arqueadas para planear hasta que localiza su presa. Después realiza aleteos rápidos y rígidos, pero poco profundos, levantándose a una considerable altura sobre su objetivo. Gritando, el halcón peregrino comienza a ir y venir dibujando un 8 horizontal para terminar cayendo en picado sobre su presa y golpeándola en vuelo. La fuerza del impacto es tan grande que rompe el cuello de su víctima.

Aquí puedes ver la velocidad que el halcón peregrino puede alcanzar

El halcón peregrino, ya sea de forma natural o ayudado por el hombre, ha conseguido criar en las ciudades. En 2013 se censaron en Madrid siete parejas. Actualmente anidan en varios lugares de interés cultural de Europa como el Tate Modern y el Millennium Dome de Londres, el Museo de América de Madrid, la Sagrada Familia de Barcelona, la catedral de Notre Dame de París, el Palacio de la Cultura de Varsovia y el Alexanderplatz de Berlín.

Aquí puedes ver la pareja que anida en el Museo de América de Madrid.

El halcón peregrino también se ha instalado en ciudades americanas. En Estados Unidos lo encontramos en Nueva York y en Canadá en Toronto. En ambas ciudades consigue criar con la ayuda de las autoridades.

Actualmente hay unas 12.000 parejas en Europa. No obstante, el halcón peregrino está incluido en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial, así como en la Lista Roja Mundial de Especies en Peligro de Extinción.

Hace 30 años el halcón peregrino estaba en declive por la presencia de pesticidas tóxicos (DDT y PCB) en sus presas pero se ha ido recuperando tras su prohibición. El DDT, además de ser un veneno, produce la disminución del espesor de la cáscara de los huevos, haciendo que la puesta se eche a perder. Este es un problema que sufren la mayoría de las aves de presa.

Los pesticidas organoclorados reducen el carbonato cálcico durante el proceso de formación del huevo con lo que se produce una cáscara mucho más fina. Esto puede dar lugar a dos situaciones, la primera de ellas que la cáscara se rompa y la segunda que el embrión muera deshidratado por la falta de protección derivada de una cubierta insuficiente.

La próxima vez que visites el casco histórico de una gran ciudad europea no te olvides de estar atento al cielo, quizá tengas suerte y veas de cerca al animal más rápido del planeta.

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