BUITRE NEGRO: EL BUITRE MONJE

El buitre negro (Aegypius monachus) tardaba en dejarse ver. La res muerta en medio de la dehesa hacia dos días olía a podrido. Tras la llegada de varias urracas aparecieron los buitres leonados. Estos comenzaron a desgarrar las vísceras en forma de jirones. Seis ejemplares de buitre leonado daban cuenta del cadáver. En ese momento aparecieron dos grandes sombras negras en el cielo, que descendieron a gran velocidad. Eran dos enormes buitres negros, que con siseos y amenazas desplazaron al resto de comensales a varios metros. Cuando el buitre negro come nadie molesta. Este es el orden jerárquico establecido. Poco a poco los buitres negros iban desgarrando las masas musculares del animal muerto. Hasta que estos no se dieron por satisfechos y se alejaron nadie se acercó a la res muerta.

Buitre negro (Aegypius monachus)

Buitre negro (Aegypius monachus) manteniendo a raya a los leonados

Esta escena ocurre de manera habitual en los campos del sur de Europa. El buitre negro, con sus casi tres metros de envergadura alar y sus 10 kg de peso, supera con creces la voracidad del buitre leonado. El apellido le viene tanto del latín monachus como del griego monakhos y significa monje, debido a la similitud entre la capa de plumaje negro del ave y el hábito de los religiosos.

Actualmente la distribución de este buitre se divide en dos poblaciones: una asiática y otra europea. Esta ultima se encuentra casi en su totalidad en la península Ibérica aunque pequeñas poblaciones de buitre negro han sido reintroducidas con éxito en Grecia y Francia. En España se encuentra presente en el centro y sur del país. Desde 2007 GREFA intenta la reintroducción en los Pirineos para favorecer la movilidad de ejemplares entre la población española y las pequeñas poblaciones del resto de Europa. Hoy en día se calcula que la población mundial de buitre negro ronda las 9.000 parejas, de las cuales unas 1.400 se encuentran en España destacando la región de Extremadura como bastión de la especie con 650 parejas.

Se trata de una especie longeva que llega a vivir hasta 40 años. Alcanza su madurez sexual relativamente tarde y limita sus esperanzas de supervivencia a un enorme nido con un sólo huevo. Esto, unido a que su habitat preferido es el bosque mediterráneo casi virgen, al repunte del veneno y a la prohibición de dejar carroñas abandonadas en el campo, le ponen contra las cuerdas día a día.

En 10 años de estudios de muerte por veneno en España se han recogido los cadáveres de 500 buitres envenenados. Por eso no esta de más hacer un llamamiento para que no se esparza libremente veneno por nuestros campos. El pico de la pirámide alimenticia lo constituyen estas aves que, por otro lado, hacen su beneficiosa función de eliminar las carroñas del campo, evitando así la proliferación y propagación de enfermedades.

Un último problema para esta especie viene de la presión que ejerce la presencia del hombre ya que los buitres negros crían en plataformas bastante grandes y llamativas que a veces se encuentran a baja altura. La presencia de excursionistas o vehículos todo terreno les afectan y les hace muy vulnerables. Por ello todas las colonias deberían tener un régimen de protección y ser incluidas en planes de gestión de la especie. Se deberían realizar campañas educativas en las zonas de especial sensibilidad y buscar el compromiso de los propietarios de fincas donde está presente parar erradicar el uso de veneno. Además sería aconsejable la creación de planes de alimentación suplementaria no solo para realizar un aporte extra sino también para controlar que no les afecte el veneno.

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