EL PITO REAL, UN CUELLO ALUCINANTE

Cuando entramos en un bosque de ribera o en un parque urbano con paseo fluvial solemos oír un tamborileo lejano. Tras esto una sombra verde sube por el tronco de un árbol y se pierde entre las ramas.

La gran mayoría de las veces se trata de un pito real. Un animal más asombroso de lo que se puede esperar en un principio. El pito real realiza este tamborileo para comunicarse con ejemplares de su especie o en época de celo para atraer a las hembras. Otras curiosidad es que el pito real avisa de que va a aproximarse una tormenta con su canto en forma de risa. Además es capaz de engullir hasta 2.000 hormigas en un solo día. De ahí que casi siempre se le aviste en el suelo mientras busca los nidos de insectos. La época de cría se produce entre los meses de abril a junio, por ello debemos extremar la precaución en nuestras observaciones en esas fechas.

Pito Real

Pito Real

El pito real habita sobre todo en rebollares y bosques de ribera. Las especies que prefiere para picar sus nidos son el álamo temblón, el haya y el roble, maderas que no son muy duras. A pesar de ello, nos surge la duda de cómo consigue no dañarse la cabeza al picar contra el árbol para realizar su nido. Este tiene una entrada de 5 a 6 cm de diámetro y una cavidad interior de 10 a 15 cm de diámetro. Al parecer, cada vez que golpea un árbol detiene el movimiento de la cabeza. La fuerza que esta parte de su cuerpo soporta en ese momento es igual a 1.000 veces la de la gravedad. En este proceso los músculos de su cuello retienen el cerebro en total sincronización con el golpeteo. Siendo así la única forma de absorber el impacto. Su cabeza no queda destrozada gracias a un cartílago esponjoso que absorbe cada golpe contra la madera. Además, tras cada uno de estos movimientos, un músculo separa la cavidad cerebral del pico, una especie de airbag que salva la vida a este pájaro carpintero de menos de 30 cm de longitud.

A todo esto ayuda la serie de huesos hioides que se extienden por encima del cráneo. Estos huesos se encuentran en una funda llena de líquido. Lo que les permite que se aprieten o se separen con cierta facilidad. Aportando otra nueva fórmula de absorción de impactos. Aunque esta estructura en realidad tiene la misión de contener la larga y pegajosa lengua que casi siempre supera la longitud de su dueño. Una última curiosidad es que en la punta de esta lengua se concentran los corpúsculos de Herbst, terminaciones nerviosas con las que el pito real pude “oir» a los insectos en el interior de los troncos de los árboles.

Sin duda esta es la historia de un pájaro asombroso, y de los secretos que usa para que podamos seguir oyendo su tamborileo en nuestros bosques y parques.

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