VISITA A VIVENCIA DEHESA

El termómetro aplasta toda sensación de vida en plena dehesa cacereña mientras los olores que las encinas y las jaras emanan aumentan la sensación de bienestar que sentimos cada vez que arribamos en estas tierras. La biodiversidad asociada a este bosque amansado por la mano del hombre para aunar lo salvaje con lo domestico para uso del ganado sorprende al profano. El caluroso verano con temperaturas más sostenidas de lo normal nos obliga a salir bien entrada la tarde para poder coger resuello y vivir la dehesa. Atravesando por el puente nuevo el mar inmenso que supone para la planicie de Campo Arañuelo el embalse de Valdecañas. Así llegamos hasta la finca de Valdepajares de Tajo situada en Peraleda de la Mata (Cáceres).

La emoción de repetir las vivencias de la infancia y reencontrarme con la fauna que aparece en la dehesa extremeña acrecentaba las posibilidades de avistamientos en mi cabeza. La puerta entreabierta nos permite meter el vehículo atravesando la talanquera y siguiendo el camino polvoriento llegar hasta la casa donde habíamos fijado el inicio. La casa es centro neurálgico y de recepción de las 250 Ha de este entorno que no obstante disfruta de una figura de protección pionera en Extremadura que la pone el título de Área privada de Interés Ecológico. Allí nos esperaba Carmen para trasladarnos en el todoterreno por los entresijos y secretos que esconde la finca.

Ovejas

Típico paisaje de verano en Vivencia Dehesa

Al principio las lagunas se mostraron yermas como sin vida. Pero al realizar las paradas y bajar del vehículo las habitantes del carrizo empezaron a desperezarse. Las garzas reales y las garcetas realizaban tímidos vuelos de huida para después de describir un círculo en el aire quedarse inmóviles en la orilla. El nutrido grupo de ánades reales salió en dirección a las nubes que sofocaban el intenso calor mostrándonos unas imágenes de gran belleza.

Anades en vuelo

Ánades adornando el cielo de Vivencia Dehesa

Algunas de las lagunas se encontraban agotando la reserva de agua como reclamando al cielo que acrecentase las láminas resecas. Otras resistían a la sequía de manera estoica mostrando como trofeo las flores de los nenúfares blancos flotando sobre el verde de las hojas. Las lagunas más grandes deparaban sorpresas como un árbol seco con un nutrido grupo de abubillas rezando para no ser vistas. Por otro lado encontramos el tronco adornado por las bolas blancas de plumas que suponen las garcetas posadas. Resulta curioso el comportamiento de las aves al bajar en cada ocasión del vehículo. Tras poner el pie en tierra comienza el nerviosismo pero pasado un rato, paseando o parados, las aves vuelven a las aguas y alrededores ensimismándose en sus quehaceres. Como olvidándose que estamos allí.

Abubillas

Grupo de abubillas

Verano en Vivencia Dehesa

Garcetas ignorando nuestra presencia

Al rato pasamos frente a una encina centenaria partida por un rayo en una de las tormentas eléctricas que acontecieron en las noches anteriores a nuestra visita. Sobrecoge ver el resultado de cómo la naturaleza quita la vida a un árbol de ese porte. El tronco calcinado partido en dos nos hace pensar lo ridículos que parecemos al creer que controlamos las fuerzas de la naturaleza. Hablando con nuestra guía y anfitriona imaginamos como sería todo lo que nos rodea si el agua abundase y los tonos oro se transformasen en verdes. Para ello cerramos los ojos y mostramos al lector las fotos que nos ceden. Gracias a ellas podemos ver el vergel en que se convierte la dehesa cuando el agua provoca el milagro de la primavera.

Vivencia Dehesa

El milagro de la primavera – Imagen cedida por Vivencia Dehesa

Vivencia Dehesa desde el mirador de la cigüeña

Mirador de la cigüeña en primavera – Imagen cedida por Vivencia Dehesa

Nos saca del trance el vuelo de un milano real que busca el sustento vadeando el aire por encima de nuestras cabezas. La marca de identidad de esta vivencia es la apuesta por el agua que renueva constantemente el paisaje y marca la diferencia. La presencia casi constante de agua favorece el aumento de diversidad en la zona. Solo aquí es posible encontrar los afloramientos graníticos del berrocal que protegen el rosario de diez charcas conformando un corredor ecológico en sí y donde merece la pena ver los cambios que se producen a lo largo del año. De aquí hasta las cinco grandes lagunas que suponen una verdadera frontera entre la dehesa y el monte ofreciéndonos grandes momentos a cámara lenta con los vuelos de las garzas, los aguiluchos laguneros y las espátulas.

Vivencia Dehesa

Vista aérea de las charcas – Imagen cedida por Vivencia Dehesa

Rodeando tenemos la dehesa y el protector bosque mediterráneo entremezclado con el sotobosque inundando todo con las fragancias de las jaras y los cantuesos. Completan la amalgama de ecosistemas la sorpresa del jardín de los sueños. Una encina muerta convertida en florido regalo para la vista por Sepp Holzer. Este genio austriaco inició en 2005 la creación de reservas de agua mediante la permacultura aprovechando las depresiones del terreno para erigirse en moderno zahorí y ver como nadie las posibilidades de crear ecosistemas donde antes no había nada más que polvo y rastrojos.

Océano Holzer

Océano Holzer – Imagen cedida por Vivencia Dehesa

Pero todo este entorno no hubiese sido posible sin la motivación del grupo de Vivencia Dehesa que recogió el fruto del esfuerzo en forma de Premio Extremeño de HOY en 2014. El proyecto de recuperación de la finca, la filosofía con la que se hacen las cosas en ella y la agricultura sostenible son los pilares que mantienen vivo este proyecto. Eso unido al equipo de profesionales multidisciplinares y a las actividades, talleres y rutas que desarrollan hace de la finca un lugar ideal para aunar el disfrute con la investigación. Resaltando las relacionadas con la observación de aves y la fotografía de la naturaleza. No obstante nos informan que hay posibilidad de usar hides móviles que instalan en las charcas para acuáticas, en el monte para forestales (están ultimando uno para búho real) y en época estival frente a la colonia de abejarucos que aquí habita.

En invierno el ganado comparte las bellotas con las grullas que ofrecen un espectáculo con sus figuras resaltando entre las nieblas matinales que se producen en estas tierras. Entre los perfumados cantuesos y las espesas jaras del sotobosque podremos ver con facilidad al busardo ratonero y al águila culebrera posadas en las encinas. Mientras bailan por el aire tanto el milano real como el negro. En las lagunas los blancos predominan con la presencia de las dos garzas, martinetes y garcetas, poniendo la nota de color las iridiscencias del martín pescador. Mientras los ánades y los limícolas se alborotan con el vuelo del aguilucho lagunero. Entre las aves forestales destacan los abejarucos, las abubillas, los alcaudones y las oropéndolas.

Garcilla

Garceta pintando de blanco las encinas

Sobrecoge el número y diversidad de avistamientos que podemos realizar en la finca. Entre las 26 especies de estivales nos sorprende poder ver golondrina daúrica y martinete. Así como entre las rapaces la culebrera europea y el águila calzada. De las residentes destacamos la presencia de águila real y aguilucho lagunero entre las rapaces diurnas y de búho real y mochuelo entre las nocturnas. Para terminar, entre las invernantes más relevantes están el silbón europeo, el pato colorado y las grullas. Todo un record de avistamientos en un mismo lugar dividido en ecosistemas interconectados por la zona de transición que supone la dehesa.

Ya en la casa tomamos un refrigerio mientras nuestra guía nos enseña una caja con restos y rastros de aves. En ella las egagrópilas, plumas y una garra se muestran cada una en su cubículo dispuestas a entrar a formar parte de la formación ambiental de las mentes de los alumnos y niños de la zona que deseen acercarse a disfrutar de un día de campo. Ya que ese es otro de los pilares que conforman este entramado de conocimiento que supone parte de la experiencia que nos ofrecen.

Sin tiempo para más salimos del bálsamo reparador del alma que nos han ofrecido estas horas en la dehesa. Nos despedimos y salimos rumbo a la realidad del turbio asfalto. Desde estas líneas queremos agradecer tanto a Carmen Perona como al equipo de Vivencia Dehesa la experiencia. Esperamos poder disfrutar de estas tierras en más de una ocasión y ver como el proyecto en el que se han embarcado crece cada día. Así mismo deseamos repetir la vivencia en la dehesa. Gracias Carmen. Gracias Vivencia Dehesa.

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