EN BUSCA DE LAS RAPACES GALLEGAS

Viajamos hasta tierras gallegas de la mano de nuestro querido amigo Miguel que nos había preparado una ruta circular en coche por las provincias de Lugo y Orense. La idea era recorrer enclaves en busca de las rapaces que tan raras son en los avistamientos realizados por Galicia. Siguiendo en todo momento el LIC Ancares-Courel. Comenzamos en O Cebreiro, pequeño pueblo de Lugo, en pleno camino de Santiago, situado en la zona del extremo occidental de la Cordillera Cantábrica. Desde sus pintorescas pallozas y rodeados de peregrinos se divisan Los Ancares por el este y parte de la Serra do Courel por el oeste. Las pallozas son casas con muros de piedra y techos de retamas secas en las que desde época preromana hasta no hace mucho se convivía con el ganado. La variedad de colores que nos ofrece el monte en estas fechas supone un abanico impresionante.

Ancares

Ancares

Las altas temperaturas a primeras horas de la mañana hacían presagiar el desastre. Pero lejos de desanimarnos decidimos seguir una de las mejores rutas para la observación de rapaces en Galicia. Nuestro siguiente objetivo era la Serra do Courel donde los bosques de ribera se mezclan con hayedos y robledales conformando una amalgama de ecosistemas que la convierten en un microclima único. El Pía Paxaro con sus más de 1.600 metros nos desafiaba. Pero la posibilidad de poder avistar águila real, azor común, águila culebrera o aguilucho pálido nos animaba a seguir por la estrecha carretera.

Recorrimos la sierra con poca suerte y pocos avistamientos de interés. A cada paso los pinzones nos sorprendían lanzándose de una cuneta a otra en un camino que cada vez se estrechaba más. De un lado de la carretera las dedaleras ponía la nota de color, del otro el frondoso bosque dejaba entrever lo que ocultaba entre tanto verdor. Pero la espesura del lugar y las altas temperaturas hicieron que llegásemos a Seoane do Courel con cero avistamientos de rapaces en la mochila. En el pequeño pueblo en fiestas nos acercamos hasta la Estación Científica do Courel, desde donde se apoya la investigación y la divulgación de este enclave verde. Sin duda una iniciativa adecuada para preservar este lugar único.

Dedalera (Digitalis purpurea)

Dedalera (Digitalis purpurea)

El río Lor y la estrecha carretera nos llevaron hasta el siguiente pueblo, Folgoso do Courel donde paramos para comer y reponer fuerzas. De allí la bajada hasta el pueblo de Quiroga nos ofreció más de lo mismo. Las altas temperaturas y la falta de garras en nuestro cuaderno de campo nos llevaron hasta el río Sil donde un cartel hacía promesas de avistamientos imposibles de cumplir con esos datos en el termómetro. Tras refrescarnos brevemente seguimos el Sil hasta Montefurado. Donde en tiempos de Trajano (S. II) los romanos horadaron (furaron) la gran mole de roca para desviar el río y poder extraer el oro del mismo. Impresiona del lugar la gran roca agujereada y la tonalidad azul de las aguas. Cuesta creer que semejante boquete sea el resultado de la audacia y el esfuerzo romano. En este lugar pudimos disfrutar de los picados que realizaban los aviones roqueros y de sus vuelos rasantes sobre el agua. El espectáculo estaba servido. Las cometas negras se lanzaban una y otra vez desde la roca anaranjada hasta el azul del agua para volver a subir.

Montefurado

Montefurado

Tras relajar la vista y en parte el alma nos adentramos en el Concello do Barco de Valdeorras llegando a Correxais, el pueblo de nuestro guía y amigo. Tras las vistas, la bajada del pueblo para completar la ruta nos deparaba la mejor de las sorpresas. Por fin podríamos disfrutar de las garras que nos prometía esta ruta. Bajando del pueblo hacia el Sil en la copa de un pequeño pino de repoblación esperaba la sorpresa. Le seguimos con el coche en bajada y nos despistaba de árbol en árbol. Por fin pudimos sacar unas fotos. Un ejemplar de abejero europeo (Pernis apivorus) recortaba su silueta contra los últimos rayos de sol que ofrecía la tarde. Esta clase de halcones que tan poco se prodigan suelen ser habituales por estos lares. El inconfundible pecho blanco y su pequeña cabeza no daba lugar a dudas. El miñato abelleiro llamado así por estas tierras fue un verdadero regalo para una ruta que prometía más de lo que el calor nos permitió ver. Aún así la persecución había merecido la pena.

Abejero europeo (Pernis apivorus)

Abejero europeo (Pernis apivorus)

De vuelta al inicio de la ruta antes de atravesar los túneles que separan Galicia de Castilla y León miramos con admiración hacia los farallones rocosos. La caliza contrastaba con el verdor típico de estas tierras que no nos ha abandonado en ningún momento de la jornada. Al preguntar por ellos descubrimos que se trataba del Parque Natural da Serra da Enciña Lastra. Importante refugio de rapaces donde destacan el alimoche, águila real, águila culebrera y águila calzada. Sin lugar a dudas más que un aliciente para completar la cuadratura de este círculo que hicimos por tierras gallegas en busca de estas garras. Pero lamentablemente la jornada no dio para más y la razón para volver pronto a repetir esta ruta estaba servida. Pero sin duda esa será otra historia de alas y garras.

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